Las playas y aguas de la isla de Nusa Penida continúan siendo tan poco conocidas y transparentes para el turismo como hace 30 años. Aún hoy sólo visitan sus inmaculadas arenas coralinas algunos pescadores y recolectores de algas. Su abundancia de vida marina es un reclamo para algunos buceadores que a diario se acercan desde la vecina isla de Bali para contemplar sus corales y peces que se refugian de las corrientes de los océanos Indico y Pacífico en sus arrecifes de coral. Sus templos y cuevas son morada de dioses y espíritus de los panteones budistas e hinduistas venerados a diario por centenares de balineses ataviados con sus ropas de ceremonia. Algunos dicen de ella que es el reflejo de lo que fue Bali hace 20 años cuando el turismo comenzaba a descubrir tímidamente la magia de la isla de los dieses.