Luang Prabang.


La ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. conserva el sabor colonial, principalmente francés, de la Indochina de los años cincuenta. El lugar y la amabilidad de sus gentes te atrapan. El casco urbano está vedado a autobuses y vehículos particulares; solo se puede acceder con el transporte más popular en Asia; el Tuc-Tuc. Estas motocicletas con caja adaptada para el transporte de hasta seis personas te recogen a la puerta de tu Hotel y te devuelven a él por dos euros ida y vuelta. Las viviendas no tienen más de dos plantas de altura y, en el centro, las fachadas de todas ellas son casi exactamente iguales. Es recomendable, a ser posible, permanecer durante 4 días como mínimo para disfrutar relajadamente del lugar. La bicicleta es uno de los transportes preferidos por los habitantes del lugar. No dejes de acudir a las seis de la mañana al rito diario de ofrecer alimentos a los monjes budistas (se mantienen de la comida que les dan los habitantes, pues ellos solo se dedican a rezar). Otra visita obligado es el mercado nocturno. Puedes tirarte horas tranquilamente. Además, en los edificios colindantes, tiendas de antigüedades, ropa, regalos y demás, completan la oferta. La gastronomía pese a ser un poco especiada y algo picante, es muy sabrosa. Otra cosa muy agradable para muchos, es la existencia de numerosos locales que ofrecen masajes: por cinco euros te dan uno de una hora de duración.